CULTURA, UNA LUCHA CONTINUA POR SOBREVIVIR
Foto tomada de Diario Colatino |
Lo primero, en
realidad es una utopía de los mismos pueblos, “darles visibilidad”, ¡nunca! Los
pueblos siempre se les ha tratado con lo segundo: buscar “desaparecerlos”; un
ejemplo claro de esto es el etnocidio de 1932, del cual aún, los dueños de los
medios de producción, inculcan miedo para no hacer referencia a ese capítulo
inconcluso de la historia salvadoreña.
El estado, el
mayor violador de los derechos consagrados en la carta magna de las Naciones
unidad y de la constitución salvadoreña, con su aparataje institucional
promueve una sociedad sin pasado, sin cultura, sin raíces heroicas, sin brazos
alzados en las calles contra sus padres, primeros promotores de la guillotina
capitalista.
Borrar el pasado,
al costo que sea, con las estrategias que sean ha sido el actuar de los
gobiernos en El Salvador, de los cuales, los últimos cinco años han sido los
más nefastos, ya que la monopolización de los órganos del estado (ejecutivo,
legislativo y judicial), ha permitido el derroche expresivo de populismo
neofascista, que no encuentra aún, resistencia entre los fragmentados
movimientos sociales.
Es lamentable el
cierre de casas de la cultura, cuando se celebraban 50 años de fundación, las
que fueron fundadas por gobiernos capitalistas, y que eran fruto de las luchas
populares y de los artistas de la época.
La red de casas de
la cultura en El Salvador inició en 1973, siendo presidente el coronel Arturo
Armando Molina, y, al cierre de 2023, de 152 casas que se había mantenido hasta
2019 solo queda un aproximado de 77 casas que realizan un trabajo de promoción
cultural según lineamientos de personajes como Suecy Callejas o Erick Doradea.
Antes de 1997 las
casas de la cultura no formaban parte del presupuesto general de la nación, de
este año en adelante se le otorga un subsidio de apoyo cultural y talleres
comunitarios, el cual oscilaba entre los $300.00 a $1500.00. Sin embargo, estos
subsidios agónicos no llegaron el 2023 al 100% de casas de la cultura, apenas
lo recibieron un 30%. Bajo estas circunstancias, los talleristas fueron
despedidos por falta de recursos económicos.
En marzo de
2021, una nota de prensa del Ministerio de Cultura titulada ”Gobierno hace
histórica inversión en Casas de la Cultura a nivel nacional” en la que se aseguraba
que el proyecto Fortalecimiento y Modernización de Casas de la Cultura
incluía el equipamiento de los espacios
culturales, cada uno con un centro de cómputo, biblioteca, ludoteca infantil y
mobiliario cómodo. Además, la entrega equipo informático y multimedia a las
Casas de la Cultura de todo el país con una inversión de 400 mil dólares, nunca
llegó, a excepción de aquellas que tenía una función alineada a proyectos mediáticos,
similares a la Biblioteca Nacional (BINAES) donde la gente no lee, si no que
llegan para divertirse, fotografiarse y hacer publicidad o propaganda en redes
sociales.
En este
sentido, colectivos de artistas, poetas y escritores han alzado su voz ante
dicha situación que ha generado más preguntas que respuestas. La voz fue muy
débil y el argumento mentiroso que dieron, (no la ministra, sino la diputada
Cyan), es que esas casas cerradas no trabajaban en función de la cultura, sino
que eran un espacio ocupado por la oposición política para hacer propaganda y
negocios (todo falso, si acaso habrá uno entre todos), ¡Claro! Un gran ejemplo
de honestidad son sus CUBOS, a los cuales se les ha descubierto hasta contratos
de pandilleros aliados del gobierno Cyan.
Estas casas
cerradas no impartían solamente talleres artísticos, sino también talleres de
emprendedurismo que ayudaban a muchas familias de escasos recursos a formarse y
generar ingresos extras a sus familias.
Las
contradicciones son superiores, los argumentos de “estamos mejorando” ya no son
convincentes y la contradicción de los mismos ha comenzado a pasar factura.
¿Cuál es el
objetivo del cierre de las casas de la cultura?
No solo es
dejar sin trabajo a cientos de empleados, es también el desgarre del cordón
umbilical de la sociedad salvadoreña, arrancar el pasado para construir un
pasado reciente a imagen y semejanza de quien somete al pueblo (gobierno), es
elevar a su calidad de Dios, a un caudillo populista y fascista sin mayor
trascendencia cultura que la de elevar su ego.
Al estado
salvadoreño no le importa la cultura, no le interesan la lectura de libros. Al
estado salvadoreño le interesa la “imagen”, es el gobierno de las apariencias
mientras terminan de desmantelar lo poco que aún queda.
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